8/13/2015

Delirios

Es difícil digerirlo, pero es verdad. Panama me cambio la vida. He caminado un trecho para llegar hasta acá y es fuerte entender que no solo que no somos indispensables, sino que también somos sumamente predecibles.

Ha pasado algún tiempo desde que salí de casa, aunque he visto incontables mares debo confesar aun siento que no son los suficientes. El sabor de la playa es algo que llevo en la sangre, es una especie de contradicción cardinal he amado siempre el mar y he nacido en zona de plenas montañas a miles de kilómetros a la redonda de alguna remota playa. Lo que me ha obligado a armar el bolso e ir en busca de mis propias olas. Descubrí en ese impulso que tenia una enorme capacidad de adaptación y no solo eso sino que empece a disfrutarlo, coordine dentro de mi alma y de mi mente nuevos talleres de reestructuración mental y perdí la cuenta de las veces que empece a contar las verdaderas posibilidades que tenia una vida como la que yo misma estaba por empezar a llevar. Deje trabajo, auto y gata.... familia, nido, amores y la posibilidad de un lugar cómodo a donde dormir por la incertidumbre de una vida que solo prometía aventura. Un año después no me arrepiento de semejante odisea pero para que mentir, se extrañan los caprichos de una vida rutinaria... pero no cambio por nada mi libertad. 

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